La Biblia

La tradición bíblica

La tradición bíblica viene a ser un aspecto del carácter dialógico de la revelación de Dios, en la que fue puesta por escrito la tradición cultural, religiosa e histórica del pueblo de Israel. Dios ha hablado en la Biblia por medio de los seres humanos y de forma humana usando su lenguaje y sabiendo que toda palabra dicha o pensada entraña la posibilidad de una revelación, de la que quizá, podemos o no ser conscientes, lo cual nos permite una primera aproximación para distinguir Tradición Bíblica de Revelación.

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La tradición de Israel en un sentido amplio trasciende las sagradas escrituras, penetrando lo religioso, haciéndose viva, como un fenómeno social que se nutre de ella. Antes que existieran las sagradas escrituras, las experiencias, sabiduría y demás elementos culturales del pueblo de Israel eran transmitidos de forma oral de generación en generación, lo que le dio la característica de ser un pueblo de mucha memoria, que recordaba
el pasado en continuidad durante siglos, es este el fundamento de la tradición oral. Luego aparece la tradición escrita recogidas en dos formas, el Pentateuco con tradiciones orales típicas que recogen reflexiones y sabidurías, no sólo de Palestina sino de los pueblos del entorno y el Profetismo.
 
La posibilidad de interpretación de estas tradiciones se basa en una teoría que las agrupa en varias fuentes: Yavista, Elohista, Deuteronomista y Presbiterial, estableciendo fundamentalmente un criterio incluyente y de sentido del principio y del fin de cada texto. La tradición continua de forma interpretativa, conservando la tradición escrita, hecha por los doctores de la ley, que corrigen, puntualizan, interpretan. La tradición es así el vehículo que comunica la revelación oral-escrita-interpretativa. La Tradición trasciende las sagradas escrituras.
 
La tradición en sus diferentes expresiones históricas es pues el medio que ha comunicado y comunica la revelación de Dios. La palabra de Dios es rica, narra, manda, sanciona conminando o prometiendo; es activa y eficaz (viva) en la historia que llega y se cumple a través del ser humano o a pesar de él. Luego de la llegada de Cristo esta tradición deja de ser ya un proceso dialógico para hacerse definitiva, teniendo a Cristo como núcleo, comenzando con Él una nueva tradición: de Jesús, sobre Jesús y de la Iglesia. 

La revelación

La Revelación se realiza por medio de hechos y palabras, es venida y manifestación de Dios a lo largo de la historia. Es un diálogo entre Dios y el ser humano (amigo) orientado a producir una comunión de vida que la Biblia llama Alianza. Las etapas de estas historias de alianza son un continuo diálogo. La revelación de Dios se descubre dentro de los términos de la palabra como diálogo amistoso. Por esto, consisten en la manifestación que Dios ha hecho a los hombres de Sí mismo y de aquellas otras verdades necesarias o convenientes para la salvación eterna.

La revelación bíblica por el hecho de darse en una historia particular y a través de ella, implica el concepto de tradición y transmisión de la palabra como información, expresión y llamada. La Revelación es la palabra divina de Dios, que se expresa y se transforma en hechos, a través del proceso de dialogo entre Dios y el hombre. Es gracia (desde Concilio Vaticano II). Dios habla y el hombre responde. El creyente debe dar un si generoso que lo comprometa en conocimiento y en amor a Dios y al prójimo, para que su existencia sea también una revelación.

La Biblia es Revelación-Palabra de Dios en la que nos habla con un lenguaje de amor y amistad. En ese vínculo se da el proceso de la revelación, históricamente, a través de la tradición como vehículo.

Podemos distinguir que si bien la revelación es palabra divina de Dios que se da como hecho a través de un dialogo con el hombre, la tradición bíblica histórica es la manifestación de esa relación desde una perspectiva humana, acompañada de elementos culturales, emocionales y subjetivos propios de quien a su vez transmite o da a conocer la revelación de Dios. La revelación es el dialogo entre Dios y el Hombre en el tiempo, la tradición bíblica viene a manifestar y expresar ese dialogo, referenciado en un contexto histórico, cultural, social y geográfico, antes y después de Cristo, como tradición definitiva, haciéndonos contemporáneos de Cristo a través de la celebración eucarística.


"En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espiritu, las articulaciones y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos"  (Heb 4,12)


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