lunes, 3 de septiembre de 2018

Reflexión sobre la Humildad

Buscando respuesta a mis inquietudes por la paz en el corazón y la coherencia de vida ante la miseria humana.

La Cruz
La humildad, que es una virtud moral contraria a la soberbia, nos permite sin auto engañarnos, resentimientos, culpas o miedos, reconocer nuestras habilidades, cualidades y capacidades personales, para ponerlas, sin cálculos, sin protagonismos y con sinceridad, al servicios de los demás, para su bienestar.

Hoy día me sorprende que poco la ejercemos, aun sabiendo que nos permite ser dignos de confianza, nos muestra sinceramente cuan flexibles y adaptables somos ante nuestro entorno social, y lo más grandioso de esto es que en la medida en que uno se vuelve verdaderamente humilde, va ocupando el corazón de los demás, de admiración y ejemplo de vida. Reflexionando sobre la parábola de los talentos de MT 25, 14, la humildad no niega nuestras cualidades, sino que hace fructificar nuestros talentos. Esta es una cualidad humana y don de Dios, cuando te reconoces pequeño e insignificante frente a lo trascendente de la existencia de Él.

El hombre está llamado a tener una vida divina, y la humildad al remover la soberbia y la vanagloria, que obstaculizan la gracia santificante, se convierte en una virtud. He visto con inquietud que duele en las rodillas y nublan la vista, la poca modestia que hay en nuestros entornos sociales actuales, donde la impaciencia, desconfianza y egocentrismo están a la orden del día, hay personas que sorprenden, que no entienden que hay roles circunstanciales en su vida, y lo subliman como el más importante, piensan sólo en ellos y alucinan que son más importante que otros, en consecuencia llegan a ser muy poco comprensivos o considerados.

Cómo cuesta beber el cáliz amargo cuando viene de tus círculos cercanos; allí es donde, con paciencia y clamando misericordia al cielo, de rodillas, a la sombra de la cruz, se puede comenzar a ver sus efectos, amorosamente y divinamente en ti, siendo tu corazón el que comienza a ocuparse de la misericordia de Él y de su perdón a nosotros mismo. Sin duda luego, sus efectos tocan el corazón de quien es objeto la oración.

Él, Jesucristo, es el referente de vida de todo cristiano, modelo de humildad, y nos dice "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mateo 11:29). Hay que trabajar la humildad en nuestra sociedad, y una buena propuesta es que comencemos por nosotros mismos, revisando nuestras propias limitaciones, nuestras miserias, virtudes y talentos, para lo cual toca discernir y reflexionar en serio; es tiempo de edificar y de propiciar ya! una evolución espiritual, que nos conduzca urgentemente a madurar nuestra Fe y poner los pies con firmeza ante la escabrosa desventura de ser soberbio y no darse cuenta.

Hay que tomar conciencia de la humildad, saber quiénes somos, y de nuestras propias miserias que impiden obrar en virtud de esta conciencia. Es conveniente estar abiertos a la corrección fraterna. Es noble que nos puedan decir nuestras faltas sin que nos molestemos ni nos sintamos atacados y a la defensiva, sin que tratemos de justificarnos, un buen método es agradecer la corrección como una colaboración que nos prestan para mejorarnos, y más si somos cristianos.

jueves, 30 de agosto de 2018

Primero Soy, luego escribo

Las letras no salen, las palabras no se construyen y mucho menos la oración tiene sentido.  Por qué será que viene la sequía y la historia no se narra, el anhelo no se escribe, la pluma se seca y la página queda vacía?

Escribo y el devenir de las ideas comienza a enloquecer mi mente silente y abrumada.  Comienzo a revisar donde estoy y la vida me responde, donde tú has querido estar. Ciertamente, hay un anhelo por escribir y vaciarme de ilusiones vanas y comenzar a trabajar en la real manifestación de una nueva realidad, creada por mi y asistida, indudablemente más allá de mi comprensión.  Los gritos y sus ecos encuentran resonancia y placer en mi, desde adentro, el alma clama libertad y le exige a la mente que haga silencio y exhorta al corazón a que se aventure. 

Todo lo que viene del alma, y pasa por el corazón lleva un aire indetenible de voluntad, que es tan fuerte que si yo quiero, el que me creó también quiere, por que Él me abre las puertas de la conciencia y la mente entra en acción, edificando lo que el sueño se niega a abandonar.

Escribir, si, simple y concreto. Escribir es un placer que atrapa en un mundo de ideas, aventuras sobresaltos, timidez, absurdos y desenfados. Y tratando de asimilarlo, para poder mantenerme en esa sensación placentera me doy cuenta que Soy!

Me toca incluirte hábito después de Ser, para luego escribir. Las narrativas absurdas, van descubriéndome tantas cosas del Ser, que decidí escribirlas para que yo cuando las lea me encuentre y me aventure a darle rienda suelta al place de escribir.

Así que amiga sequía, la lluvia comenzó y el cielo se abrió para que la esencia de todo lo creado se haga visible en todos mis sentidos, y pueda dejar plasmado en el papel las letras que construyen historias repletas de oraciones, usando la tinta que pone el alma y de pluma el corazón.




domingo, 10 de abril de 2016

Con amor a mi madre

La vida la componen una consecución de eventos, acciones, decisiones, en fin, la conformación de circunstancias que determinan una realidad, creada por nosotros mismos, en función de nuestro obrar y la intervención de un poder superior siempre dispuesto a favorecerte amorosamente.  Desde niños soñamos con ser bomberos, enfermeros, médicos, cualquier oficio o profesión que nos permita expandir de forma natural nuestra humanidad.  El curso de la vida, consciente o no, va tomando un rumbo, que nos acerca o aleja de nuestros sueños, curso en el que nosotros mismos vamos interviniendo y vamos corrigiéndolo de ser necesario, contando con la asistencia amorosa de nuestro creador y de dos seres prendados de la gracia divina para procrear, en favor del bien supremo del amor, esencialmente fraternos, en suma, construyendo el reino de Dios aquí en la tierra, siendo felices, honrando a Dios y a nuestros padres.

En ese caminar esta presente, con bendición celestial como hijos, la amorosa orientación de nuestros padres, en el mejor caso, pues en otros, cada vez mas frecuentes en nuestro amado país, solo uno de nuestros progenitores nos acompañan en gran parte del trayecto de nuestras vidas, y singularmente es nuestra madre. Desde allí, yendo al pasado y recorriendo nuestro camino en recuerdos, ese que forma parte de lo que hoy somos, sin entrar en la reflexión de si me gusta o no quien soy - no es la esencia de este espacio que quiero ofrecer desde la gratitud - mi corazón se colma de ese sentir de agradecimiento a mi madre... por estar, por ser, por que en el acierto o no de sus decisiones, ha prevalecido el interés santo - como el de toda madre que conozco - de nuestro bienestar como hijos, ha estado presente en todo momento un sentido de responsabilidad y amor; a ti, a quien Dios quiso que después de Él, te honrase, a ti que junto a mi padre te debo la vida, con jubilosa alegría asumo mi obligación de honrarte y respetarte.

Un estremecedor anhelo de bajar las estrellas para construirle un firmamento de amor, desprende en alas mis pensamientos y deseos, sin embargo en la realidad y sencillez de mis virtudes te doy lo que Soy, un hijo, un hermano, un amigo, un soñador... desde la sencillez y la paz de mi ser, honro tu presencia en mi vida, deseando en cada momento que cada gesto, cada mirada, cada abrazo te hablen de mi, te digan cariños y florezcan en alegrías...

Maestra de la vida, joven hermosa, hoy madre y abuela, perseverante y guerrera, tu camino ha dado frutos de amor, ese amor que en Dios nos fortalece, dándote salud y vida. Hoy transitas como abuela por un estado de vida natural, que nos habla de lo corta que es la vida y lo importante que es disfrutar los detalles, pues cada instante cuenta, me devuelves ese maternal gesto de paciencia que te caracteriza, cuando a tu lado sereno me encuentro, evocando desde dentro a Santa Teresa de Jesús, cuando ora diciendo "Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta., Dios no se muda".

A mi madre y a todas las mujeres que han sido bendecidas con el don de gestar vidas responsablemente, siempre presentes y perseverantes, pacientes y santas madres... con amor.

sábado, 20 de febrero de 2016

Encuentro de Fe

Estaban los tres tendidos en el piso boca abajo, en sentido de entrega a Dios completamente y en gesto humilde ante el altar de la iglesia y la grandeza del creador, revestidos con su alba blanca, y el Obispo que celebraba la ceremonia pronunciaba unas palabras agudas que con el corazón abierto, entran hasta el fondo del alma. Así, de pie nuevamente, Domingo, Mario y Wilmer se dirigían a ser ordenados Diáconos transitorios de la Sociedad del Divino Salvador, trayendo consigo a la Congregación Salvatoriana de Venezuela tres Diáconos que a su momento y voluntad divina, serán tres próximos sacerdotes Salvatorianos.

Estar en una celebración eucarística, es en muchas ocasiones revelador, orientador, reconfortante y alegre, especialmente si vas con un verdadero espíritu de encuentro con Dios, con el corazón dispuesto a recibir el alimento del espíritu en palabras, en la persona de Cristo eucaristía y transmitir la paz de Cristo a otros fieles conocidos o no. Singular alimento representan las palabras del Obispo cuando esta consagrando a un Diacono, lo hace con la efusión del espíritu santo declarando mensajeros, enviados de Dios a quienes se están comprometiendo dentro del orden eclesial a servir a los demás como lo hizo Cristo.

El ser humano hoy día esta envuelto en un sin numero de acontecimientos externos a su Ser, que lo pueden afectar y  destruir, si no se sabe o no se reconoce, a su imagen y semejanza, creación de Dios Padre fuente de vida , Dios Hijo como camino, verdad ante el mundo y vida eterna como promesa de salvación, y Dios Espíritu Santo como luz de vida, regalo del alma. Ese reconocimiento, te hace parte indivisible de la vida eclesial, comprometido con Cristo, donde vas formando una conciencia de que Dios nunca nos abandona, nos da esperanza y revela en sus signos los frutos de su amor por nosotros, signos que en la persona del Diácono, hacen iglesia facilitando las celebraciones litúrgicas, siendo mensajero del evangelio y donándose en caridad.

Que celebración tan especial, participar de la Fe cristiana y en especial en la ordenación Diaconal de Domingo, Mario y Wilmer, donde la manifestación de Fe expresa en su entrega, compromiso y abandono conmueven y revelan desde ya signos de esperanza, luz y caridad.

Que Dios te bendiga, atine a decirle a cada uno de ellos con un honesto abrazo de hermano en Cristo Jesús.

Enhorabuena para la Iglesia Católica y la Sociedad del Divino Salvador.





sábado, 28 de noviembre de 2015

Preparando el nacimiento

Ella escuchaba una historia, reía alegre, desenfadada, sin determinar su vida por sus circunstancias, simplemente se dejaba Ser. Sabiendo él de la vida de ella, poniéndose en su lugar, al menos desde su perspectiva, nada sencillas de sobrellevar, se dijo a sí mismo, "se necesita mucho coraje y humildad" para transmitir, como ella lo hacia, un gozo por la vida, sin miedo.  Anhelando ese sentir, él se atrevió a preguntarle a su querida amiga, y... ¿cómo estas tan llena de paz? ¿qué sientes? ¿cómo logras desprenderte de los problemas, de la cotidianidad de la vida?...

El Nacimiento
Su primera mirada lo intimidó, sin embargo a la vez fue profundamente amorosa, lo interpela y acaricia, le dice déjame en paz y lo invita pacientemente a escucharle, una cálida bienvenida de amigo, esa que te cosquillea el corazón.  Se acercó muy atento y sereno a escucharla, a comprender cual era su método, su técnica, su "truco"... ya quería él poner en práctica inmediata y disciplinada tal receta.

"Se paciente y observa en silencio...", le dijo. Repentinamente esa sensación angustiosa que forma parte del estilo afanoso de vivir hoy día, de querer saberlo todo, estar en todo, esperarlo todo, se esfumo!, Cesó la sensación y sobrevino una gran calma, que rápidamente llevo a su mente un pensamiento "no sabre lo que quiero, pero si sé lo que no", idea vinculada al ensimismamiento perenne de querer saber el propósito de su vida, si conoce y utiliza los dones que Dios le dio, y si es un buen cristiano, Así, sin darse cuenta estaba recibiendo un tesoro, dos llaves, la primera abriría su comprensión de la palabra Fe, y la segunda le llevaría a experimentar la Compasión.

Ah! comprendo! vivir como ella hoy, requiere que tenga fe y compasión. fe viva, pues ella aunque cae por el peso de su accionar en la vida, se levanta!, así aseveraba ella, que su roca, su cimiento es eterno, se manifiesta por medio de su fe en un espíritu fuerte, ...yo se que ella siempre busca apasionadamente ser coherente con lo que predica y su propia vida, eso lo tiene marcado en su Ser; luego, vivir de forma compasiva?, eso requiere que ella realmente acepte que no esta sola, que forma parte de una familia, un grupo, una comunidad, un pueblo, una nación, del mundo! es decir, que ella, según me cuenta él, sabe tratar amorosamente a todas las personas con las que se relaciona en su día a día, y vaya que ella se lo toma en serio, lo miró, él se sentó, hizo silencio y zas... le inspiró un pensamiento orientador.

Él ha soltado su ensimismamiento, escucharla a ella le produjo una sensación de sosiego que le ayudo a descubrir que así devienen pensamientos luminosos a su mente, son las luces para el camino, aun sólo sabiendo lo que no quiere, me cuenta él, esta aprendiendo del pasado para no cometer los mismos errores hoy, asimilando el aprendizaje, pero él no sabe lo que quiere, ¿y su futuro?... ¿cómo puede caminar hacia adelante sin un propósito claro?, sabiendo como es él de afanoso, ella le dice que observe en silencio, y eso mismo esta haciendo hoy día, desde allí, en esa expresión amorosa de si mismo, sosegado, viviendo y dejando vivir, moviéndose con calma - sin afán - él me dice que hasta le provoca emoción sentir que quiere querer a todos, personas conocidas o no... y ahora que es época de navidad, preparando el nacimiento en familia, me dijo que lloró, por que se dio cuenta que los ama a todos y amándolos a todos, quiere amar más y entregar ese amor a otros... ¿será que el amor es una fuente inagotable y promueve la compasión?, no se, lo cierto es que él aunque no sabe lo que quiere, Dios lo esta guiando, y creo que la escuchó a ella, por que por su fe, él no esta angustiado, se deja guiar, me habló de la providencia, se olvido de métodos, técnicas o "trucos", comprendió que viene de sí todo bien y todo mal, se procura paz y busca cultivarla a su alrededor, lo he visto más amoroso y compasivo, hablando de amor, se ocupa de lo que dice, piensa y hace, lo he visto más suelto, más relajado, mucho menos afanoso, creo que ha aprendido a no identificar su Ser con las circunstancias de su vida.

Escucharlo a él hoy, y dejar que ella forme parte de la tertulia, hacen un muy sabroso encuentro de vida, te invita a gritos - en silencio - a Ser, que gusto me di escucharlos hablar, cuando estuve allí...

sábado, 7 de noviembre de 2015

Con sencillez vuelvo a Ti

Que difícil se hace romper los viejos hábitos, las costumbres y aprendizajes heredados, que por diversas razones ya hemos identificado en nuestra vida que no edifican, no liberan y no promueven el amor verdadero, ni para nosotros mismos ni para el prójimo. 

Desde la conciencia, allí donde nos encontramos mirándonos a nosotros mismos, reflexionando y amorosamente dejándonos interpelar por las circunstancias de nuestras vidas o más simple aun por nuestra realidad, en la unidad con Dios, y sabiéndonos amados por Él, tenemos ocasión de identificar sentimientos propios que no nos son gratos por sus efectos, entonces a algunos nos viene ese anhelo de cambio, y por nuestra propia naturaleza humana comenzamos una lucha que nos desafía, pues nos
Maravillado en tu sencillez
atrapa el miedo y la ansiedad al mirar cara a cara lo que "somos", pasando por alto, que ese pensamiento es un espejismo, pues no "somos" nuestros sentimientos, pensamientos o circunstancias, somos lo que somos, sin pensar o concebir juicio alguno sobre nosotros mismos. Por fortuna es Dios quien juzga, y no nosotros, pues ocurre en ocasiones que podemos destruirnos a nosotros mismos atrapados en el desamor. 

Allí, es donde nuestra fe en un Padre creador que no nos abandona nunca, que nos ama incondicionalmente, que es paciente y misericordioso, siendo muy cuidadosos en darnos cuenta de ese sutil susurro que te confirma por lo que viene a tu vida "desde afuera" o por los sentimientos que estas percibiendo dentro de ti, que no tienes paz o no estás en la paz de nuestro Señor. Esa anhelada paz de Cristo, la que nos damos todos los domingos con familiares, conocidos y desconocidos, en general con nuestro prójimo, al que sabemos que amándolo, hará de nuestro camino de vida una senda donde abunde la libertad y la felicidad. 

Esa lucha, nos intranquiliza en el mejor caso, en otros nos paraliza y nos empuja a abandonar "para después" la inevitable y amorosa confrontación de dejar de ser hábitos, costumbres, aprendizajes heredados, sentimientos o circunstancias, y simplemente Ser, libres y felices asumiendo con responsabilidad los efectos de nuestra forma de vivir, de esa manera tan tuya o mía de responder al entorno, de ese modo particular de reaccionar ... y es allí en la sencillez del momento presente, en tu corazón, no en tu mente que te entrampa muy fácilmente en la culpa del pasado o en la ansiedad del futuro, donde atento vez un florecer, quizás por esa intranquilidad de querer sentirse en paz contigo mismo, con los demás, con Dios, con la vida misma, florece el amor verdadero. 

Sencillez; produce un efecto que tiende a detener los pensamientos, la elaboración, la racionalización de las cosas, y te lleva de su mano al corazón con amor, a asumir, requiriendo de ti coraje y estar consciente de que Dios siempre está contigo, produciéndose entonces una expresión de alivio que te suelta, que hace que aflojes las tensiones y dándote cuenta decides amarte, cultivar amor y cosechar en tu prójimo los frutos del amor verdadero, manifestaciones de Dios, luz de vida, luz para el otro, que dándole un nombre las llamamos compasión, fidelidad, servicio, abandono, son pues frutos y expresiones de afecto, cariño y amor, un ágape que anhelas sea eterno. 

Y ahora? Lo difícil de aquello al comienzo, en forma sencilla y paciente, amorosa y consciente, genera cambios, y alguno de ellos te producen paz, te hacen experimentar nuevos sentimientos, y nuevamente siendo muy cuidadoso en "darnos cuenta" del sutil susurro, estas decidiendo responder, atender, mirar y sentir diferente, dentro y fuera de ti.  Oh!... Dios!, ya se dio el cambio, no te vi al pedirte con tanta devoción en mis oraciones que me dieras paz, pero se dio el cambio, te veo en el efecto de sentir paz, de querer quererte más y respirar suelto con sensación de alivio... 

Te amo Dios, yo siempre tan ansioso por querer ser mejor persona, tu silente y amoroso, me invitas y no te escucho, sino en el llanto o en el corazón que duele, allí me doy cuenta que perdí la paz y mi espíritu que busca recobrarla, inspirado en su esencia de ti, en gracia, se da cuenta, me avisa que me aleje de ti, me recuerda que en ti esta la paz, por eso vuelvo con sencillez a Ti, y en la alegría de lágrimas, sin el ruido de mi mente, atento, una vez más me escucho diciéndote "Sé que siempre estas". 

martes, 27 de octubre de 2015

Mi nombre es Cristiano y mi apellido es Iglesia

Iglesia - Cuerpo de Cristo
Reflexionando sobre la frase pronunciada por el Papa Francisco en su audiencia general en la Plaza de San Pedro, el Miércoles 25 de junio de 2014, donde se refirió, cito “Somos cristianos porque pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es «soy cristiano», el apellido es «pertenezco a la Iglesia»”, a la luz de tantos acontecimientos mundiales que de una u otra forma deberían interpelar la cristiandad del Católico hoy día, hace brotar una inquietante sensación de movimiento que cuestiona en favor de una profunda reflexión personal y comunitaria; el alma grita para que sea asumida como misión de todo cristiano convocado, todo el que se sabe asumido en el cuerpo de Cristo, ese que no lo duda y es empujado a la urgente coherencia de contrapeso al mundo, un mundo que siempre cuestiona, critica y al que debemos hacer frente desde la oración para que ninguno de nuestros hermanos en Cristo caiga en la tentación de “pensar que podemos prescindir de los demás, que podemos prescindir de la Iglesia, que podemos salvarnos por nosotros mismos, ser cristianos de laboratorio” así como oraba el Santo Padre en su audiencia, pidiendo la intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia. 

El Santo Padre, nos guía, gestando una frase sencilla y contundente; a mí me gusta la frase y me gusta más atreviéndome a hacerla más sencilla aún, buscando apropiarme de ella, haciéndola más tuya, más mía, más nuestra: “Mi nombre es Cristiano y mi apellido es Iglesia”, abre dos perspectivas que inspiran a la reflexión. La primera, partiendo de mi nombre es «cristiano», implica ser y saberse Cristiano, tiene una trascendencia necesariamente unitiva con mi hermano en Cristo, además de vinculante con Dios en su gracia amorosa y por los dones que nos otorga como regalos a los que no hacemos méritos, Él siendo fiel a una alianza contigo, conmigo, con nosotros, con nuestros hermanos, con su pueblo, laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, que vivimos la Fe y la transmitimos, hacemos la Iglesia de Dios; Él en su manifestación, con el Bautismo nos hace cristianos, adentrándonos en sus caminos de vida sacramental, nos acoge de una u otra forma.  Luego, si mi apellido es «Iglesia», siendo esta el cuerpo místico de Cristo - con Él a la cabeza - y conformada por cada uno de los convocados, cristianos que participamos en mayor o menor grado en ese cuerpo místico; mi querido hermano se hace urgente en estos tiempos tener coherencia solidaria, hacer honor a nuestro apellido, valorar y no despreciar la tradición eclesial, el martirologio y el presente amenazante y a la vez auspicioso por las demostraciones de Fe viva que en el mundo (o mejor, a la vuelta de la esquina) los Cristianos que sufren, los que son sometidos a  atrocidades y calamidades nos enseñan a diario.  

En suma, Cristiano e Iglesia, ambas palabras en la frase “Mi nombre es Cristiano y mi apellido es Iglesia” nos conducen a la comunión, a ese vincularme con el otro, a no ser Dios y yo sin Iglesia, a no ser hipócrita o fariseo, “nadie, nadie se convierte en cristiano por sí mismo” resalta el Santo Padre, uno debe moverse, y un moverse a la participación con el otro, a darnos la oportunidad de sensibilizar el Ser con la existencia de un hermano que puede necesitar ayuda, que da testimonio junto a mí viviendo la Fe cristiana, y de esta forma, libre y voluntariamente es que se le da piso y sustento honesto a la acción del dar, que comienza con darse uno mismo al otro, a mi prójimo, a mi familia, al enfermo, al anciano, al marginado, porque “si es mi problema”, incondicionalmente, decidido a amarlo, porque en él se manifiesta Cristo. El fruto de ese movimiento te hace compasivo, y comienzas a abandonar la racionalidad mundana de vivir a Cristo en tu mente, lo cual no es así, es duro pero es un auto engaño, que no te une a Él, cuesta y duele reconocerlo pero caminarlo, te da vida, vida en la verdad; alejémonos pues de la ceguera que abunda y que como a Bartimeo (el ciego), muchos le gritaban que se callara para apartarlo de Cristo y Él mismo nos enseñó a ser compasivos, debemos sabernos amados. Por ello, no menos que una oración fervorosa y amorosa diaria, que brote del corazón en unidad con Dios, debemos entregar en servicio y acción compasiva, para encomendar a todo cristiano del mundo y a la Santa Madre Iglesia a la divina protección de Dios y el tierno cuidado de la Virgen María.

Jesucristo siempre está en la comunión, y se sublima en la acción del servicio al prójimo. Aunque cueste, aunque duela, aunque incomode al confort mundano, “Mi nombre es Cristiano y mi apellido es Iglesia”, nos invita a encontrarnos con Cristo, con todo su ser, que está en el corazón ardiente del que se sabe de Dios, convocado a hacer Iglesia.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Fruto de la Fraternidad


Ama a tu prójimo como a ti mismo

Es el hijo de Dios, es el verbo encarnado, no es una mención humana derivada de la sociología, de la psicología moderna o de la ciencia, la que al afirmar "Ármense los unos a los otros como yo los he amado" reconoce el poder del amor, sustentado en la pureza de corazón, la honesta respuesta al prójimo, sin máscaras o poses que desvirtúen la realidad, y alimenten el ego; es la divinidad misma del Ser.

Amarse, es darse a sí mismo al otro, sin verdaderamente esperar algo a cambio, es una donación gozosa del ser, es querer hacerlo, es una decisión.

Las decisiones de nuestra vida están tamizadas por nuestras creencias, principios y valores, por nombrar algunos y conocidos modeladores del Ser, que se pueden cambiar conscientemente, y que a veces al dejarlos allí, sin conciencia en ellos, nos podrían hasta desviar del mas noble de nuestros propósitos.

Amarse, como decisión, podría ser sencillo sobre el ser querido, sobre el familiar, sobre el amigo, pero se nos comienza a complicar la vida cuando buscamos coherencia obrando con amor, amando a quien no conocemos bien, a quien desconocemos e incluso a quien no nos procure el bien.

El amor fraterno, que incluye en su ejercicio a seres queridos, amigos, conocidos, desconocidos y todo aquel que sabemos no nos es semejante en creencias, valores o principios, y hasta más allá de nuestras obras, que a veces incluso pareciera va contra nosotros mismos, es luz para el cristiano, es verdad, es camino y es vida.  Es la materialización del amor de Dios en nosotros y de su gracia divina, de la obra de unidad con Dios.

Atravesar esa puerta del amor fraterno se fortalece en entendimiento, experiencia, hermandad sincera y amor desinteresado al cruzar, por ejemplo, por la Alegría del Evangelio, un honesto y sentido encuentro en Cristo de un grupo de laicos de la parroquia San Luis Gonzaga de Chuao, quienes comprometidos con Dios ante todo, se dan a si mismos.

Dios le dijo a Moisés que no vería su rostro, pero puede ser visto, como sabemos, a través de sus efectos en nuestra vida, es así como la Alegría del Evangelio nos ayuda a ver los efectos de Dios y su inmanencia.

Mis hermanos, mis prójimos, existen y son el camino de encuentro con Dios, de unidad con Él, son el anhelo del alma cristiana por enamorarse de Él.

jueves, 30 de julio de 2015

Construyendo el Reino de Dios

Camino al Reino de Dios
Reconociendo el camino, ese que transitas en tu vida, solo o en compañía, no esta dejando sabor de plenitud, sigue dejando ausencias de Él, es una sensación que te aprieta el corazón y te empuja la voluntad a continuar, convencido que desde la desavenencia, la caída, la debilidad, el miedo o la tristeza humana, propia o ajena, te vas creando una conciencia que te hace fijar en el camino y reconocerte humano, desde ahí, desde esa conciencia, cuando te das cuenta, la sensación cambia, nace del corazón del hombre creyente, del hombre de Dios, lo que entiendo como un impulso de misericordia, puramente creado por gracia divina, impulso que te lleva a considerarte, a amarte y a voltear la mirada trascendente en el otro, con el mismo sentimiento que te acoge; te vuelves entonces piadoso y amoroso, comienzas a darte cuenta que Jesús esta morando en tu corazón y experimenta su divinidad desde ti mismo; algo difícil de comprender por la mente humana y menos utilizando el lenguaje limitado de las palabras.

Estas convirtiéndote, estas dejándote abrazar por Él, te estas abandonando en una experiencia que no es humana, si no espiritual, guiada por Dios mismo, que no lo ves? o no lo sabias?, pues es la cotidianidad vencida de espiritualidad que te aleja de Él, pero ahí esta el combate espiritual propio o ajeno, impedir que la mente egocéntrica sabotee el camino que estas reconociendo.

Es ahí, en esa circunstancia cuando Él te vuelve a hablar en tu corazón y la forma mas humilde de escucharlo y obedecerlo es de rodillas, rendido en la oración, en la comunicación intima con la plenitud de su amor aun incomprendido o no asimilado por muchos. En la conversación, no dejas de alabarlo por que "reconoces", es decir, tomas conciencia de su gracia en tu vida, en lo pequeño. y de pronto se vuelve a sentir en el corazón sollozo, pero ahora que grita una lagrima que te descubre amándolo a Él; anhelando su total complacencia y gloria desde tu humilde gesto humano u obra desprendida de todo aspecto material, de toda razón, de todo intelecto, es pues amor puro.

Reconociendo el camino, no es sencillo, por que la travesía al amor verdadero, así como Cristo venció la muerte transitando una dolorosa pasión, así se requiere de nosotros, estar atentos a no dejarnos seducir por el individualismo cómodo del mundo, y fraternizar, salir de nuestro espacio de confort, molestarnos, incomodarnos, sacrificarnos y compartir el dolor de Cristo cargando nuestra propia Cruz.  Caminando así es incomodo al hombre, pero paradójicamente, Él te hace saber que vas por buen camino, pues en el recorrido notas florecer sentimientos diferentes hacia los otros, hacia tí mismo, y quieres querer, quieres amar y pareciera que no cabe en ti ese gozo e indefectiblemente para su gloria, se esparce a tu alrededor en gestos de amor, cariño, afecto, comprensión, compasión, benevolencia, humildad y suavidad; y aun quieres dar más de ti a Él.

Reconociendo el camino te animará definitivamente a plantearte cada día tenerlo a Él como la meta de tu vida, haciendo que tus pensamientos, palabras y obras siempre se orienten a darle gloria al Creador, haciéndote un obrero de su mies en la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra.

domingo, 14 de diciembre de 2014

La Travesía al Amor Verdadero

Cuando vas navegando por el mar de la vida, te encuentras tramos cortos y tramos largos de ese viaje donde el paisaje va variando, en ocasiones parece ser el mismo, en otras, varia con tal frecuencia que te desconcierta desde donde estas y hacia donde vas.

En el camino
En ese viaje, llega el tedio por lo mismo, el entusiasmo por lo nuevo, la angustia por la espera y la alegría por lo que imaginas encontrarás.  Es un viaje real, pero si te descuidas comienzas a viajar desde tu mente y no aprecias el paisaje, dejas pasar... no atiendes, no comprendes.  Quedándote en la vivencia del viaje real, no mental, aprecias, valoras, aceptas y descartas a voluntad, lo que conviene.
Este viaje, aun acompañado por cualquiera de tus seres queridos más amados, no está completo y no lo vas a comprender, si no te dejas acompañar por Dios, si! por Él, el que te dice lo que es conveniente a tu espíritu y a su propia gloria. Un ser supremo, creador de todo, que te ama tanto que guía tus pasos, es incondicional. Sólo te pide que lo escuches. 
Hoy en la travesía, gracias a Dios, encuentro ese amor que da fuerzas, que da valentía, que fortalece la Fe y que anuncia, aun en los vaivenes del viaje, que Él esta ahí.
Esta travesía es extraña, aguas serenas, brisas suaves, repentinamente cuando el paisaje comienza a parecer el mismo siempre, sopla fuerte el viento, las olas envisten tu barcaza y lo único que atinas es a pensar que Él esta allí contigo, por que de lo contrario no sería soportable tal embate. Vuelve una oleada suave, brisa lluviosa que angustia por la tormenta que avecina, pero que te exige coraje y Fe para aferrarte a lo único, a lo verdadero, al amor de Dios, que misteriosamente y sigilosamente te dice que ahí esta cuando la barca más fuerte se tumba.  Se calma todo, te calmas tu, vuelves a tu viaje consciente y reconoces que has navegado, que así como te ha dado temor, más aún te has fortalecido, por pura y misteriosa gracia divina. Imagino verlo a Él sobre el agua, llamándome, me da fuerza.
Últimamente la travesía se a puesto un poco árida, el agua de mar dejó de fluir y la arena comenzó a minar el horizonte, comienzas a ver visiones y cuando aclaras la vista, algunos oasis de amistad son ilusiones y otros aparecen majestuosamente.  Los paisajes son distintos, hay aspereza y cuando ya el paisaje te parece el mismo, descubres que hay oasis que pasaste por alto.  Quien sabe por que no te eran visibles, tal vez la brisa arenosa de la soberbia, el orgullo o el egoísmo nublaron la visión.  No lo sé, en la tormenta arenosa, la brisa que tienta te puede alejar del oasis.
A pesar de tantos cambios, donde falta comunión con Él y con los otros, el camino luce sereno y esperanzador, Él me serena, me da fuerza y su amor acaricia mi corazón, en las ausencias de su presencia una lágrima es un regalo de serenidad, desahogo del grito angustioso de necesitarlo encontrar, en amor, en todos y en todo. Surge pues la oración, intercesora, la que va por el otro, la fraterna, la que recuerda a María La Virgen, siempre madre, siempre amorosa, siempre intercediendo por todos nosotros.
Y así..., cobra sentido la travesía, no importa cual sea el camino, en su presencia, en Él, en la presencia del amor, aprendes a abrazar la propia cruz, entregar sacrificios, adorar, alabar y a amar a todos, en todo.
Todas las travesías son distintas, unas llenas de oportunidades diferentes a las de otros, pero la convicción es que todas, aunque no lo veas en toda tu vida, te llevan amorosamente al encuentro con Él