sábado, 7 de noviembre de 2015

Con sencillez vuelvo a Ti

Que difícil se hace romper los viejos hábitos, las costumbres y aprendizajes heredados, que por diversas razones ya hemos identificado en nuestra vida que no edifican, no liberan y no promueven el amor verdadero, ni para nosotros mismos ni para el prójimo. 

Desde la conciencia, allí donde nos encontramos mirándonos a nosotros mismos, reflexionando y amorosamente dejándonos interpelar por las circunstancias de nuestras vidas o más simple aun por nuestra realidad, en la unidad con Dios, y sabiéndonos amados por Él, tenemos ocasión de identificar sentimientos propios que no nos son gratos por sus efectos, entonces a algunos nos viene ese anhelo de cambio, y por nuestra propia naturaleza humana comenzamos una lucha que nos desafía, pues nos
Maravillado en tu sencillez
atrapa el miedo y la ansiedad al mirar cara a cara lo que "somos", pasando por alto, que ese pensamiento es un espejismo, pues no "somos" nuestros sentimientos, pensamientos o circunstancias, somos lo que somos, sin pensar o concebir juicio alguno sobre nosotros mismos. Por fortuna es Dios quien juzga, y no nosotros, pues ocurre en ocasiones que podemos destruirnos a nosotros mismos atrapados en el desamor. 

Allí, es donde nuestra fe en un Padre creador que no nos abandona nunca, que nos ama incondicionalmente, que es paciente y misericordioso, siendo muy cuidadosos en darnos cuenta de ese sutil susurro que te confirma por lo que viene a tu vida "desde afuera" o por los sentimientos que estas percibiendo dentro de ti, que no tienes paz o no estás en la paz de nuestro Señor. Esa anhelada paz de Cristo, la que nos damos todos los domingos con familiares, conocidos y desconocidos, en general con nuestro prójimo, al que sabemos que amándolo, hará de nuestro camino de vida una senda donde abunde la libertad y la felicidad. 

Esa lucha, nos intranquiliza en el mejor caso, en otros nos paraliza y nos empuja a abandonar "para después" la inevitable y amorosa confrontación de dejar de ser hábitos, costumbres, aprendizajes heredados, sentimientos o circunstancias, y simplemente Ser, libres y felices asumiendo con responsabilidad los efectos de nuestra forma de vivir, de esa manera tan tuya o mía de responder al entorno, de ese modo particular de reaccionar ... y es allí en la sencillez del momento presente, en tu corazón, no en tu mente que te entrampa muy fácilmente en la culpa del pasado o en la ansiedad del futuro, donde atento vez un florecer, quizás por esa intranquilidad de querer sentirse en paz contigo mismo, con los demás, con Dios, con la vida misma, florece el amor verdadero. 

Sencillez; produce un efecto que tiende a detener los pensamientos, la elaboración, la racionalización de las cosas, y te lleva de su mano al corazón con amor, a asumir, requiriendo de ti coraje y estar consciente de que Dios siempre está contigo, produciéndose entonces una expresión de alivio que te suelta, que hace que aflojes las tensiones y dándote cuenta decides amarte, cultivar amor y cosechar en tu prójimo los frutos del amor verdadero, manifestaciones de Dios, luz de vida, luz para el otro, que dándole un nombre las llamamos compasión, fidelidad, servicio, abandono, son pues frutos y expresiones de afecto, cariño y amor, un ágape que anhelas sea eterno. 

Y ahora? Lo difícil de aquello al comienzo, en forma sencilla y paciente, amorosa y consciente, genera cambios, y alguno de ellos te producen paz, te hacen experimentar nuevos sentimientos, y nuevamente siendo muy cuidadoso en "darnos cuenta" del sutil susurro, estas decidiendo responder, atender, mirar y sentir diferente, dentro y fuera de ti.  Oh!... Dios!, ya se dio el cambio, no te vi al pedirte con tanta devoción en mis oraciones que me dieras paz, pero se dio el cambio, te veo en el efecto de sentir paz, de querer quererte más y respirar suelto con sensación de alivio... 

Te amo Dios, yo siempre tan ansioso por querer ser mejor persona, tu silente y amoroso, me invitas y no te escucho, sino en el llanto o en el corazón que duele, allí me doy cuenta que perdí la paz y mi espíritu que busca recobrarla, inspirado en su esencia de ti, en gracia, se da cuenta, me avisa que me aleje de ti, me recuerda que en ti esta la paz, por eso vuelvo con sencillez a Ti, y en la alegría de lágrimas, sin el ruido de mi mente, atento, una vez más me escucho diciéndote "Sé que siempre estas". 

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