jueves, 30 de julio de 2015

Construyendo el Reino de Dios

Camino al Reino de Dios
Reconociendo el camino, ese que transitas en tu vida, solo o en compañía, no esta dejando sabor de plenitud, sigue dejando ausencias de Él, es una sensación que te aprieta el corazón y te empuja la voluntad a continuar, convencido que desde la desavenencia, la caída, la debilidad, el miedo o la tristeza humana, propia o ajena, te vas creando una conciencia que te hace fijar en el camino y reconocerte humano, desde ahí, desde esa conciencia, cuando te das cuenta, la sensación cambia, nace del corazón del hombre creyente, del hombre de Dios, lo que entiendo como un impulso de misericordia, puramente creado por gracia divina, impulso que te lleva a considerarte, a amarte y a voltear la mirada trascendente en el otro, con el mismo sentimiento que te acoge; te vuelves entonces piadoso y amoroso, comienzas a darte cuenta que Jesús esta morando en tu corazón y experimenta su divinidad desde ti mismo; algo difícil de comprender por la mente humana y menos utilizando el lenguaje limitado de las palabras.

Estas convirtiéndote, estas dejándote abrazar por Él, te estas abandonando en una experiencia que no es humana, si no espiritual, guiada por Dios mismo, que no lo ves? o no lo sabias?, pues es la cotidianidad vencida de espiritualidad que te aleja de Él, pero ahí esta el combate espiritual propio o ajeno, impedir que la mente egocéntrica sabotee el camino que estas reconociendo.

Es ahí, en esa circunstancia cuando Él te vuelve a hablar en tu corazón y la forma mas humilde de escucharlo y obedecerlo es de rodillas, rendido en la oración, en la comunicación intima con la plenitud de su amor aun incomprendido o no asimilado por muchos. En la conversación, no dejas de alabarlo por que "reconoces", es decir, tomas conciencia de su gracia en tu vida, en lo pequeño. y de pronto se vuelve a sentir en el corazón sollozo, pero ahora que grita una lagrima que te descubre amándolo a Él; anhelando su total complacencia y gloria desde tu humilde gesto humano u obra desprendida de todo aspecto material, de toda razón, de todo intelecto, es pues amor puro.

Reconociendo el camino, no es sencillo, por que la travesía al amor verdadero, así como Cristo venció la muerte transitando una dolorosa pasión, así se requiere de nosotros, estar atentos a no dejarnos seducir por el individualismo cómodo del mundo, y fraternizar, salir de nuestro espacio de confort, molestarnos, incomodarnos, sacrificarnos y compartir el dolor de Cristo cargando nuestra propia Cruz.  Caminando así es incomodo al hombre, pero paradójicamente, Él te hace saber que vas por buen camino, pues en el recorrido notas florecer sentimientos diferentes hacia los otros, hacia tí mismo, y quieres querer, quieres amar y pareciera que no cabe en ti ese gozo e indefectiblemente para su gloria, se esparce a tu alrededor en gestos de amor, cariño, afecto, comprensión, compasión, benevolencia, humildad y suavidad; y aun quieres dar más de ti a Él.

Reconociendo el camino te animará definitivamente a plantearte cada día tenerlo a Él como la meta de tu vida, haciendo que tus pensamientos, palabras y obras siempre se orienten a darle gloria al Creador, haciéndote un obrero de su mies en la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra.

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