domingo, 10 de abril de 2016

Con amor a mi madre

La vida la componen una consecución de eventos, acciones, decisiones, en fin, la conformación de circunstancias que determinan una realidad, creada por nosotros mismos, en función de nuestro obrar y la intervención de un poder superior siempre dispuesto a favorecerte amorosamente.  Desde niños soñamos con ser bomberos, enfermeros, médicos, cualquier oficio o profesión que nos permita expandir de forma natural nuestra humanidad.  El curso de la vida, consciente o no, va tomando un rumbo, que nos acerca o aleja de nuestros sueños, curso en el que nosotros mismos vamos interviniendo y vamos corrigiéndolo de ser necesario, contando con la asistencia amorosa de nuestro creador y de dos seres prendados de la gracia divina para procrear, en favor del bien supremo del amor, esencialmente fraternos, en suma, construyendo el reino de Dios aquí en la tierra, siendo felices, honrando a Dios y a nuestros padres.

En ese caminar esta presente, con bendición celestial como hijos, la amorosa orientación de nuestros padres, en el mejor caso, pues en otros, cada vez mas frecuentes en nuestro amado país, solo uno de nuestros progenitores nos acompañan en gran parte del trayecto de nuestras vidas, y singularmente es nuestra madre. Desde allí, yendo al pasado y recorriendo nuestro camino en recuerdos, ese que forma parte de lo que hoy somos, sin entrar en la reflexión de si me gusta o no quien soy - no es la esencia de este espacio que quiero ofrecer desde la gratitud - mi corazón se colma de ese sentir de agradecimiento a mi madre... por estar, por ser, por que en el acierto o no de sus decisiones, ha prevalecido el interés santo - como el de toda madre que conozco - de nuestro bienestar como hijos, ha estado presente en todo momento un sentido de responsabilidad y amor; a ti, a quien Dios quiso que después de Él, te honrase, a ti que junto a mi padre te debo la vida, con jubilosa alegría asumo mi obligación de honrarte y respetarte.

Un estremecedor anhelo de bajar las estrellas para construirle un firmamento de amor, desprende en alas mis pensamientos y deseos, sin embargo en la realidad y sencillez de mis virtudes te doy lo que Soy, un hijo, un hermano, un amigo, un soñador... desde la sencillez y la paz de mi ser, honro tu presencia en mi vida, deseando en cada momento que cada gesto, cada mirada, cada abrazo te hablen de mi, te digan cariños y florezcan en alegrías...

Maestra de la vida, joven hermosa, hoy madre y abuela, perseverante y guerrera, tu camino ha dado frutos de amor, ese amor que en Dios nos fortalece, dándote salud y vida. Hoy transitas como abuela por un estado de vida natural, que nos habla de lo corta que es la vida y lo importante que es disfrutar los detalles, pues cada instante cuenta, me devuelves ese maternal gesto de paciencia que te caracteriza, cuando a tu lado sereno me encuentro, evocando desde dentro a Santa Teresa de Jesús, cuando ora diciendo "Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta., Dios no se muda".

A mi madre y a todas las mujeres que han sido bendecidas con el don de gestar vidas responsablemente, siempre presentes y perseverantes, pacientes y santas madres... con amor.

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